Los padres mienten a sus hijos… y mucho. Lo cierto es que, durante el largo proceso de educación de un niño, los padres utilizan con una frecuencia diaria un extenso puñado de mentiras funcionales.
Según un estudio realizado en noviembre del pasado año por la firma Warburtons en el que participaron más de 2.000 familias, más del 90% de los padres del Reino Unido utilizan la mentira como herramienta para conseguir que se comporten de determinada manera.
Desde las más tradicionales como el ratoncito Pérez (el hada de los dientes en el mundo anglosajón) o Santa Claus, hasta las más imaginativas y novedosas como cómete las verduras y harás feliz a la princesa que vive en tu barriguita, un padre promedio británico cuenta a su hijo más de 3.000 mentiras piadosas durante su niñez.
Por otro lado, un equipo de psicólogos de la Universidad de California en Estados Unidos, liderados por la doctora Gail Heyman se preguntaba si el uso de mentiras funcionales sería común en todo el mundo, independientemente de la cultura o las tradiciones propias de un país.
Para ello realizaron una investigación internacional que contó con la participación de 114 familias estadounidenses y 85 familias en China. A ambos grupos de participantes se les presentó un total de dieciséis mentiras funcionales que se suelen utilizar para regular determinadas conductas de los niños.
Estas pequeñas mentiras se dividieron en cuatro grupos:
- Mentiras que buscan influir en los hábitos de comida de los niños (Por ejemplo: si no te comes la verdura te saldrán granos en la cara)
- Mentiras para conseguir que los niños estén quietos o tranquilos (Por ejemplo: Si no te vienes conmigo ahora te dejaré aquí solo)
- Mentiras para detener una mala conducta (Por ejemplo: Si no te portas bien llamaré a la policía para que te lleven con ellos)
- Mentiras relacionadas con las compras o el dinero. (Por ejemplo: Ya volveremos otro día y lo compramos)
Los resultados del estudio se publicaron en International Journal of Psicology en un artículo titulado “Instrumental lying by parents in US and China” y mostraron que un 84% de los padres estadounidenses usan a menudo alguna de estas mentiras funcionales, mientras que en el caso de las familias chinas su uso se dispara al 98%.
En el caso concreto de hoy, los Reyes Magos, el estudio también incluía preguntas relativas a cuentos y personajes de ficción como el hombre del saco, el ratoncito Pérez o Santa Claus. Resulta que no existen diferencias significativas entre culturas a la hora de utilizar este tipo de mentiras funcionales aunque los padres chinos se mostraron algo menos propensos a utilizar personajes inventados.
Para finalizar el estudio se les preguntó a ambos grupos las razones por las que utilizaban más frecuentemente estas “white lies“. Las respuestas destacan la eficacia de este tipo de mentiras funcionales a la hora de influir en el comportamiento de sus hijos y la creencia por parte de los padres de que los niños son incapaces de comprender la verdad a determinadas edades.
Y es que, lo de “a los niños hay que decirles siempre la verdad” en algunos casos puede resultar realmente difícil.
Quizá no haya que llegar a los extremos (humorísticos, por supuesto) del video de Les Luthiers ya que, en el caso de que usted esté decidido a no mentir a sus hijos, también existen algunos métodos que, mediante algo de creatividad, consiguen resultados bastante eficaces.
El ejemplo lo tenemos en un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Cornell en los comedores infantiles de dos escuelas de Nueva York y del que se hacía eco United Academics bajo el sugerente título de “¿Quieres que tus hijos coman más verduras? Ponles un nombre chulo”.
Un primer estudio realizado en un grupo de 147 alumnos con edades comprendidas entre 8 y 11 años demostró que los estudiantes eran más propensos a comer verduras si se les daba un nombre molón… por ejemplo, en lugar de darles zanahorias les ofrecían “Zanahorias con visión de rayos X”, lo cual más que una mentira puede considerarse un buen caso de marketing agresivo.
El efecto fue fascinante y su consumo creció del 35% al 66%.
Más espectacular aún fue el segundo estudio realizado en 1.157 alumnos pertenecientes a dos comedores escolares diferentes. En el primer comedor se etiquetaron las verduras utilizando nombres atractivos y creativos mientras que un segundo comedor simplemente se utilizó el nombre real de la verdura.
El consumo de verduras en el primer colegio se elevó un 99% mientras que en el segundo colegio descendió un 16%…
Referencias:
‘There’s a baby dragon in the hand-drier and a princess in your tummy’: The creative lies parents tell to make their children behave. | DailyMail, 20 nov 2012.
Gail D. Heyman et al.(2012) Instrumental lying by parents in the US and China. International Journal of Psycology. DOI:10.1080/00207594.2012.746463
Brian Wansink, David R. Just, Collin R. Payne, & Matthew Z. Klinger (2012). Attractive names sustain increased vegetable intake in schoolsPreventive Medicine DOI: 10.1016/j.ypmed.2012.07.012
“Want your children to eat more vegetables? Give them cool names” | United Academics, Jaime Menchén, 17 Sep 2012.
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Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Fuente:
Extracto del articulo publicado en zientziacultura.com